De habitar
No había tenido la oportunidad, y más bien este espacio se me dio como una verborrea mental, de escribir quién soy y porqué este lugar lo nombro como Habitar...ups! Bienvenidos a Habitar!
Me llamo Gabriela Diéguez Santa María, soy diseñadora integral de profesión, tengo un magister en Dirección en Marketing y un diploma en edición. He sido especialista del marketing en el rubro inmobiliario por varios años, aunque siento que esta suerte de descripción Linkediana no logra capturar mi verdadera esencia.
Soy una mujer de casi 35 años, en unión de matrimonio argentino-chilena y acompañante de vida de una gata que es protagonista y estrella de nuestra casa. Soy realmente muy apasionada en lo que hago; amo las comunicaciones y todo lo que esto implica; desde escribir, crear marcas, diseñar estrategias, e incluso, bailar. Esto último ocupa un espacio muy importante en mi vida, es mi refugio y mi catalizador creativo. Sin danza simplemente no soy capaz de crear.


El proceso creativo y la inquietud intelectual son un pilar fundamental en mi identidad, y me llevaron a publicar el 2015 mi libro Agua, Harina, Sal y Levadura: Relatos del oficio panadero en Santiago de Chile (Ocho Libros, 2015 Fondo del Libro), a trabajar en distintas empresas liderando equipos de marketing y hoy ad-portas de gestar una consultora estratégica inmobiliaria con mi ex-jefa, y hoy socia, Valeria Gori.

En este trayecto de gestión creativa paralela he decidido abrir este espacio. Soy curiosa como gato, amo leer y me gusta aprender constantemente sobre temas tan diversos como historia, ciencia, tecnología, sociedad y tendencias. Creo que ya tengo un nivel de absorción tipo esponja que me gustaría compartir con ustedes y por sobre todo, muchos datos (algunos bastantes freak y otros medios normales). Además, siento la necesidad de darle una casa, un hábitat, a mis reflexiones, apuntes que he ido recopilando por varios años y de tener el hábito de generar contenido de manera periódica.
Entrando en lo que fue diseñar la marca para este espacio y encontrar la palabra que englobara lo que aquí pretendo compartir, me re-encontré con la palabra habitar, que ya tenía anotado años atrás para posibles proyectos que rondaban en mi cabeza. Un hermoso verbo transitivo que significa vivir, morar, establecerse, estar. Y creo que es justamente lo que he tratado de hacer en mi vida; mis trabajos siempre han estado relacionados a la identidad y, en muchos casos, con los espacios donde residimos (sobre todo estos últimos 6 años que me he desenvuelto en profundidad en el rubro inmobiliario). He intentado, de manera consciente e inconsciente, de darle sentido a estar presente, de hacerme cargo y empoderarme.
En el libro “Diseño; Teoría, Enseñanza, Práctica” (2007, Ediciones UC) de Alex Blanch, maravilloso profesor que tuve en la universidad, hay un texto de Laura Novik, destacada diseñadora y consultora en tendencias y estrategias de comunicación, que escribe respecto al habitar:
“Trayectorias del Habitar
Un argumento inicial para establecer enlaces entre moda y arquitectura es el recurrente juego que surge en torno al campo semántico de la palabra hábito. Hábito viene del latín habeo / habere, que entre sus significados incluye: tener, llevar, usar; mientras que habitare se refiere a una disposición continua en el tiempo ligada con el uso y también con la posesión. La etimología del término habitar establece un puente entre ambos conceptos a partir de una rica cadena de significados en los que el comportamiento adquiere preponderancia. En esta línea de pensamiento, el artículo Arquitectura y modos de habitar, (Jorge Sarquis, 2005), cita las relaciones que propone otro arquitecto, Joaquín Arnau Amo (1997): «Como vestido que es, el hábito envuelve el cuerpo y lo atempera: algo que se predica asimismo de la habitación, envolvente y temperante: con la diferencia de que ésta rodea el yo y la circunstancia. La habitación viste un ámbito, pero la habitación coincide con el hábito, en cuanto conviene al estado de cada uno y su oficio, a la vez que los representa y significa. Así, la habitación desciende de alguna manera del hábito y lo dilata».”
Habitar también incluye el hábito, de hacerlo constante y lograr mejorar la vida o cómo la percibimos. Durante la pandemia, leí el libro Hábitos Atómicos de James Clear, que presenta cómo se puede transformar la vida por medio de pequeños hábitos, de ahí el concepto de átomo. Esto se logra por medio de la construcción de sistemas que a su vez están constituidos de hábitos o repetición de actos iguales o semejantes:
“En realidad es un proceso simple: decides la persona que quieres ser y te compruebas que puedes lograrlo conquistando pequeñas victorias diarias.”
Hoy, estoy intentando eso mismo, establecer pequeñas metas diarias y, en este espacio, fijarme metas de generación de contenidos que me resuenen, y donde creo que tengo un valor que aportar desde mi experiencia, no solo como profesional del marketing y comunicaciones, sino también con toda mi mochila personal y experiencias tan variopintas como es mi fanatismo por la comida (escribí algunos años reseñas de restaurantes, pero eso va para otro capítulo), leer, escuchar podcast de ciencia y bailar más de 8 horas a la semana.
Por otra parte, Substack es una plataforma que me ha resultado muy cómoda, primero como lectora y suscriptora de contenidos como Leer por Leer de Amaya Ascunce o Pretty in, Pretty out de Paloma Abad (no puedo dejar de recomendarla por su fácil lectura y temas muy interesantes entorno a lo femenino y ser mujer).
Con esto, me estoy habitando y habituando desde esta pequeña habitación, desaprendiendo pensamientos limitantes, miedos y prejuicios, para aprender nuevas cosas también en este camino, y porqué no, compartir estas experiencias para que tú también desaprendas y aprendas a la par conmigo, y tal como escribió James Clear:
“El progreso requiere desaprender. Editar tus creencias y actualizarlas para expandir tu identidad.”